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domingo, 1 de diciembre de 2013

La llorona

La leyenda costarricense de la Llorona habla de una muchacha que se llama María, en la versión más difundida, era campesina y viajó a la ciudad de San José. Allí, comenzó a imitar las extravagantes maneras de la aristocracia josefina, y al poco tiempo, quedó embarazada. Cerca de nacer el niño (o niña, según algunas versiones) lo abortó y lo lanzó a un río, o bien, fue un parto prematuro con el mismo desenlace.
Arrepentida, vagó por todo el cauce del río en busca del niño que había asesinado. Se dice no sabe que ya murió. Va errante y llorando a lo largo de ríos, lagos, lagunas o incluso charcos, por cualquier lugar donde hay agua, persiguiendo al alma de su hijo, pero cuando lo va a rescatar de las aguas, este desaparece.
Existen otras versiones de la leyendas, pero todas coinciden con la causa del lamento de la Llorona. Unas dicen que fue violada, otras no la sitúan en la ciudad, si no en un poblado, y una incluso habla de que fue una mujer indígena de gran belleza, llamada Tulirá, hija de un cacique huetar llamado Quezaro, rey de Pacacua. Con la llegada de Juan Vázquez de Coronado, y estando prometida al cacique Garabito, el más poderoso rey huetar, esta mujer se enamoró de un soldado español de ese gobernador, al que se unió a espaldas de su padre, pero éste, enterándose del idilio, los sorprendió a ambos, entrando en combate a muerte con el español al enterarse que su hija había tenido un niño. Ella, desesperada, habría arrojado el niño a un río, o en otra versión, su padre lo habría lanzado, para luego enloquecer y, tras ser maldecida por su padre, vagar por los ríos como el espíritu en pena de la Llorona.
Cabe mencionar también que entre los indígenas bribris existen leyendas previas a la llegada de los españoles, como la de Sakabiali, donde se habla de espíritus que habitan en los ríos y cascadas, que emiten grandes lamentos cuando un niño va a morir, y que reciben el nombre de itsas, palabra que en el idioma bribri significa tanto llorona como tulevieja.

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