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sábado, 7 de diciembre de 2013

Leyenda de la Aparición de la Virgen de los Ángeles

Cuenta la historia que la indígena Juana Pereira se encontraba recogiendo trozos de leña junto un arroyo de la ciudad de Cartago, en el centro de Costa Rica, cuando divisó la pequeña estatua posada en una roca, que recogió y llevó a su casa.
Al buscarla al día siguiente, no logró encontrarla donde la había dejado: milagrosamente, la imagen había vuelto a la roca donde apareció por primera vez. Este suceso ocurrió luego en repetidas ocasiones, incluso el cura párroco la guardó en el sagrario, cerrándolo con llave, y el fenómeno volvió a ocurrir. La voz de la aparición corrió como pólvora por la pequeña ciudad colonial y con el tiempo fue erigida una ermita en el sitio de la aparición.
Actualmente se encuentra en ese lugar la Basílica de los Ángeles, sitio de devoción y peregrinación para el pueblo católico tico y centroamericano.
A la imagen se le conoce también como La Negrita, debido a su coloración y a sus rasgos físicos indígenas. Aproximadamente de la altura de una mano enhiesta, se puede apreciar a la Virgen María con el Niño Jesús en el brazo izquierdo. La escultura no está pintada, y el color de los materiales con los que está hecha (probablemente piedra volcánica) destaca como un verde musgo oscuro-azulado.

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