Se trata del fantasma de una carreta
que deambula por las noches las callejuelas de alguna ciudad, especialmente
aquellas dónde viven jóvenes libertinos o matrimonios que pelean
constantemente. También se comenta que aparece cerca de la casa de alguna persona
que se ha vuelto muy codiciosa o un avaro que acaba de morir. En ambos casos,
la presencia del espectro es una advertencia a los pobladores que corrijan su
forma de vivir y busquen el buen sendero.
Tradicionalmente se asocia con la
avaricia y la codicia. La leyenda cuenta que, a deshoras o en pleno día, se oye
a una carreta pasar cerca de la vivienda de alguna persona que se está
volviendo muy avara, o de un avaro que acaba de morir, advirtiendo que cambien
su pensar. Se caracteriza porque, de repente, se oye en algún lugar, luego en
otro, ora en uno diferente, ahora en un lugar más apartado, pero en base a un
punto de 'órbita', el lugar del avaro. Es un espectro con el don de la
ubicuidad, entonces.
Se dice que aparece como una carreta
(la costarricense está pintada de múltiples colores) que tiene la yunta (en
donde se enganchan los bueyes) alta y vacía. A veces se menciona que quien la
ve muere a los ocho días de contemplar la aparición.
Sobre el origen de tal fantasma se
narra lo siguiente: un labrador codicioso y avaro decidió construir una
carreta, pero para no comprar la madera necesaria robó la que estaba consagrada
para construir el templo del lugar. Al terminar la carreta, enganchó los bueyes
y se subió al vehículo para guiarlos, pero los animales se desengancharon y él
cayó muerto. Desde ese día, guía la carreta sin necesidad de tracción animal
(una versión de la leyenda escribe "¿Porqué condenar a unos
inocentes bueyes?") y va como advertencia por los caminos y yermos,
para aquellos que solamente conocen la palabra riqueza. Los que no hacen caso
de su errar, al morir van y se unen al espectral boyero para conducir la
carreta maldita por sendas inciertas.
Otra versión, recogida por Elías
Zeledón en su Leyendas costarricenses, indica que el hombre de la
carreta era el amante de una bruja, y que al morir pidió que fuera enterrado
como cristiano. La bruja intentó entrar con todo y carreta al templo, pero el
sacerdote la reprendió por su incredulidad, y desde entonces la carreta va
anunciando desgracias, conducida sin bueyes por el Diablo.
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